Parece que quedan lejos las historias de caballeros que salvan a princesas de dragones y brujas, pero aún hoy en las series, canciones, películas y en las redes sociales encontramos historias de amor romántico que nos dicen cómo tenemos que querer, y a veces hasta a quién tenemos que querer. Al chico duro…, al que rompe con las normas y corre riesgos… Y, la verdad, en ocasiones, romper con las normas puede estar bien, puede hacernos vivir experiencias impactantes, pero no tiene que ser a costa de nuestra salud física, mental y emocional (y por qué no decirlo, de la de nuestras familias).

El aprendizaje del amor es desigual para chicas y chicos, porque la sociedad patriarcal en la que crecemos lo es. De las chicas se espera que sean sensibles, que sus relaciones amorosas sean el centro de su universo, que ofrezcan cuidados y renuncien a su tiempo, a “sus cosas” por y para el amor, se espera, en definitiva, que sufran por amor. Y como en los cuentos, que se dejen salvar por amor.

A ellos, sin embargo, se les mutila emocionalmente, no permitiéndoles mostrar sus sentimientos porque se les enseña que son muestras de debilidad; se espera que defiendan su libertad por encima de todo y a costa de todo; que sean hombres de provecho, independientes y duros, capaces de combatir, ganar las duras batallas que la vida les brinda, que no se dejen avasallar y que luchen por sus conquistas.

Este diferente aprendizaje del amor nos lleva a unas y otros a asumir mitos románticos que encorsetan nuestro sentir, nuestro actuar y nuestro pensar: «si duele es porque es amor verdadero», «si le importaras, tendría celos», «el amor lo puede todo», «los que se pelean se desean» … y otros tantos y tantos mitos y falsas creencias que nos han hecho creer en el amor romántico como perfecto, eterno y maravilloso, porque sí.

Y puede ser maravilloso… Pero solo si se tiene en cuenta que:

    • El Amor no tiene que doler
    • No tiene que impedirte hacer las cosas que te apetecen, disfrutar de tus hobbies y amistades, decidir qué ropa ponerte y dónde ir o no.
    • El Amor no tiene que obligarte a parecer siempre duro, fuerte y valiente, no tiene que pedirte que demuestres nada, ni que llegues a unos estándares de masculinidad.

El Amor tiene que permitirte crecer, aprender, experimentar; tiene que ofrecerte libertad y respeto; tiene que desearte que puedas expresar lo que necesitas y sientes. El Amor tiene que dejarte VIVIR.