sexting

 

Nuestra vida social ha ampliado nuestras posibilidades de relacionarnos, especialmente desde la pandemia, ya que las nuevas tecnologías nos permiten relacionarnos a nivel afectivo-sexual de forma online. Es en esta comunicación online, donde la comunicación íntima ha hecho emerger el fenómeno del sexting.

Sexting es un acrónimo de las palabras inglesas “sex” y “texting”, y consiste en enviar y/o recibir fotos, imágenes o videos de contenido sexual por cualquier medio electrónico.

Supone una práctica en la que alguien genera un contenido íntimo y sexual que comparte de forma voluntaria con otra persona, y que, aunque en principio pueda considerarse una práctica no problemática dentro del desarrollo sexual, implica numerosos riesgos ya que no siempre se desarrolla en acuerdos consensuados y con libertad de elección.

Tanto fotos de contenido sexual, como mensajes de audio o vídeos pueden hacerse virales a través de cualquier plataforma de comunicación digital, y esa facilidad de transmisión ha propiciado su aumento exponencial en los últimos tiempos. Pero esta práctica implica gran peligrosidad por cuestiones de uso en menores, por el anonimato, por la rápida viralización de los contenidos y por la suplantación de identidad.

Y aunque pensemos que, con la nueva funcionalidad de borrado automático, las fotos, audios y videos son efímeros, no es así ya que no se elimina la posibilidad de hacer capturas de pantalla, que podrían difundirse por cualquier red.

Pensemos qué ocurre cuando el intercambio de contenido erótico comienza de forma consensuada y responsable y la relación se rompe y este contenido multimedia se filtra y hay amenazas con él o incluso la solicitud de dinero u otros beneficios a cambio de borrarlos. Es entonces cuando comienza la “sextorsión”.

Que este contenido íntimo recorra las redes, grupos de amistades o personas conocidas, no solo daña la reputación de quien lo emitió, sino que es un delito y convierte en cómplices a quienes forman parte de la cadena de difusión del contenido. Los archivos enviados pueden contener algún tipo de información que facilite la localización de quienes aparecen en ellos, quedando de esta manera expuestas las y los menores de edad a la acción de los pederastas.

Los riesgos del sexting también afectan a aquellas otras personas de las que se difundan imágenes y material, puesto que esta práctica implica consecuencias de carácter legal relacionadas con delitos que atentan contra la intimidad y libertad sexual y con la pornografía infantil cuando se produce entre menores y mayores de edad.

Para prevenir el sexting, profesionales en nuevas tecnologías nos recomiendan:

  1. No compartir imágenes o videos íntimos a nadie, ni siquiera a la pareja.;
  2. No divulgar ni comentar el contenido de los mensajes recibidos, si son de esta naturaleza;
  3. Y siempre que se sea víctima de estas prácticas, iniciar un proceso legal.