Sabemos por diversos estudios, que detrás de un uso excesivo de las redes sociales, puede haber un sentimiento de soledad profundo, incluso sufriendo ansiedad si no estamos cerca de las redes y las personas a las que seguimos.

No debemos olvidar que la vida que se expone en redes es solo una parte de la realidad, que además se maquilla para dar una imagen que venda, no se muestran momentos de sufrimientos y angustia que todas las personas padecemos. Son, además, vehículos de marketing para vendernos cualquier juego o producto.

Las comparaciones solo traen inseguridades

Resulta difícil madurar emocionalmente y desarrollarse como persona de forma sana, comparándonos con las personas a quienes seguimos en las redes sociales.

Creamos la costumbre de compararnos con amigas/os y personas que consideramos influyentes de quienes conocemos la parte que exponen en las redes, sintiendo negatividad y desconfianza hacia nuestra propia persona, especialmente a nuestro cuerpo e imagen. Pero hemos de recordar que el peligro de esta comparación es que se trata de una comparación irreal basada en imágenes sutilmente falseadas.

Por ello, si crees que ya has adquirido este hábito de la comparación y desvalorización, lo mejor es que seas consciente de ello y analices si quienes se exponen, tienen una vida perfecta, o solo lo usan como fachada. Porque nadie tiene una vida perfecta, ni un aspecto perfecto, ni una relación perfecta. Si no dejas de compararte, solo conseguirás inseguridad.

¿Un mundo ideal…?

Dejemos de compararnos con los demás, aunque nos resulte difícil, ya que con ello sólo conseguiremos una sensación de inseguridad. Nadie tiene un aspecto ni una vida perfecta, la imagen que nos venden son el mejor ángulo de una foto preparada, el mejor discurso o la actitud de disfrute máximo con cualquier videojuego. Nadie va a publicar su peor momento o imagen, hay que conseguir éxito y reconocimiento a cualquier precio.

Sentirse partícipe de esos mundos virtuales resulta tentador porque además de presentarse como mundos ideales, nos permiten esconder nuestros aspectos más inseguros y vulnerables, pero supeditar nuestros criterios y decisiones a lo que quienes seguimos en las redes opinan, nos hace esclavos y no nos permiten reflexionar sobre lo que verdaderamente sentimos y valoramos, más allá de opiniones externas que en la mayoría de casos quieren influir en todo aquello que consumamos.

Si crees que las redes sociales te crean inseguridad, aislamiento o se están convirtiendo en algo tóxico para ti, desconéctate, aunque sólo sea por unos días o semanas, te sentirás mejor, dejarás salir tu verdadero yo, con sus gustos y valores. Volverás a ellas con otra perspectiva.