xarxes socials

Las redes sociales se constituyen como plataformas que permiten la creación de perfiles personales en el plano virtual, facilitando la comunicación entre personas y grupos de personas con puntos de afinidad comunes. Posibilitan la comunicación instantánea y el intercambio de contenidos, configurándose como herramientas muy útiles y de gran potencial.

Aún esto, al igual que otras muchas herramientas, es el uso que hagamos de ellas lo que condiciona su utilidad y adecuación.

Las redes sociales son una proyección virtual de nuestra propia identidad, de nuestras virtudes y nuestras limitaciones. Así pues, trasladamos nuestras inquietudes, creencias, posicionamientos y miedos al plano virtual como una extensión de nuestra propia personalidad.

De esta forma, personalidades ansiosas, inseguras, baja autoestima y  necesidad excesiva de control, encuentran en este plano un amplio escenario en el que desplegar sus creencias, invenciones y conductas desadaptativas. Las y los adolescentes que mantienen relaciones con características de toxicidad, tienden a transportar y repetir estas carencias y desajustes en la red.

Al igual que ocurre fuera de internet, las conductas de control sobre la pareja tienden a camuflarse de falso romanticismo y como una muestra de interés, preocupación, celo y cuidado mal entendido. Dar las contraseñas, permitir el rastreo de nuestras interacciones en la red, compartir un mismo perfil, etc., no son manifestaciones de confianza. Más bien, son una cesión de nuestra intimidad e individualidad ante la falta de autoestima,  bajo autoconcepto e inseguridades de la otra persona.

En ocasiones estas cesiones se pueden entender como una forma de tratar de poner fin al instigamiento, los interrogatorios, las insistencias sobre pruebas de “amor” y “confianza”. Las renuncias a la individualidad buscan acabar con una serie de conductas previas basadas en responsabilizar, culpar, ensañarse y exigir de forma repetida a la pareja.

En el trabajo diario que realizamos, encontramos justo lo contrario. La necesidad de “pruebas de amor”, supeditación y entrega total no cesan. Si no son adecuadamente tratadas, las necesidades y fantaseos de este tipo de personalidades no suelen mejorar; de hecho, pueden ir aumentando en intensidad y frecuencia, empujando a quien sufre este “stalkeamiento” o acecho a un rincón cada vez más pequeño, desdibujando la propia identidad, la libertad y el adecuado desarrollo personal.

A la base de este seguimiento, espionaje e instigamiento no está la persona que lo sufre, sino elementos psicológicos de aquella que lo ejerce y que deben ser trabajados. Sin trabajo personal, quien ejerce control tenderá repetirlo con su pareja o con aquellas parejas que pudieran llegar después. Debemos poner el foco de atención no sólo en las personas que sufren este control exagerado, también en quien lo ejerce porque tenderá a repetirlo sobre otras personas.

No te dejes enredar en las redes.


Miguel A. Zapata Alemany

Psicólogo y E. Social