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¿Qué te pasa?

Los celos son una emoción desagradable, que hace referencia al temor de que una relación importante está amenazada y puede llegar a deteriorarse o perderse por la aparición de una tercera persona, ya sea una amenaza real o imaginada. Los celos están compuestos por al menos tres emociones: la ira, la tristeza y el miedo, aunque también pueden aparecer acompañados de sentimientos de vergüenza y humillación.

Es normal sentir celos en diferentes grados de intensidad. Todas las personas nos sentimos celosas en algún momento de nuestras vidas. No obstante, si estos celos interfieren en nuestra vida generando conductas de control, dependencia, inseguridad, ansiedad o miedo a que nos dejen de amar, debemos aprender a gestionarlos de manera positiva. Ser capaz de manejar las diferentes emociones que experimentamos cuando sentimos celos, nos ayudará a construir una relación de pareja saludable en la que haya confianza, comunicación y afecto.

¿Puedes mantener una relación sin confianza en tu pareja? ¿Crees que los celos están desgastando tu relación? Cuéntanos cuál es tu situación.

La ira es una emoción que varía su intensidad, en función de lo que pensemos y cómo interpretemos las situaciones. Cuando aumenta, se habla de escalada de la ira. Aunque podamos tener la sensación de que “nos calentamos muy rápidamente”, en realidad no es instantáneo, es un proceso donde se va acumulando carga y tensión. La ira suele comenzar con unos niveles bajos de malestar o irritación, y poco a poco ir aumentando, hasta que en algunos casos estallamos de forma explosiva.

Podemos creer que tenemos motivos para enfadarnos, ya que la ira, como el resto de emociones, es natural y no es buena o mala, pero depende de uno mismo el manejar adecuadamente esa emoción. Si dejo que me controle y actuó de manera agresiva o violenta, yo soy el responsable de lo que hago y de las consecuencias, no la situación que me ha hecho enfadar.

“A la ‘mínima’ nos hablamos mal o faltamos al respeto”, “siempre estoy a la defensiva”, “nos reprochamos continuamente cosas”, “no nos entendemos, parece que cada uno va a la suya”, “cada vez hablamos menos porque genera discusiones”, “cada vez peor” …

La comunicación es uno de los factores más importantes en las relaciones y determina en muchos casos el bienestar de las mismas. En relaciones de pareja deterioradas, con conflictos continuos, que se repiten y no se resuelven, es habitual que se produzcan dificultades y errores en la comunicación, que generan sentimientos de frustración, impotencia o desgaste y que agravan los problemas en la relación.

La comunicación es necesaria para expresarnos, y que nuestra pareja conozca, lo que sentimos, necesitamos o pensamos. Para que esta comunicación sea positiva tiene que darse con respeto y sin intención de herir o perjudicar a la otra persona. Una buena comunicación

también requiere escuchar a nuestra pareja, dando importancia a lo que nos quieren decir, sin interpretar sus palabras, y respetando sus puntos de vista. Una buena comunicación aporta comprensión y entendimiento a la relación.

Es importante comunicarnos de manera saludable, cuidando las formas y el contenido de lo que decimos. Escuchar a nuestra pareja afianza el vínculo, la confianza, la complicidad y la compenetración.

En muchos casos los motivos que ocasionan los conflictos en la pareja comienzan por aspectos con “poca importancia”. Sin embargo, si no los resolvemos de manera adecuada nos podemos dejar llevar por el rencor, los reproches, la ira, el orgullo o el tener razón. Cuando acumulamos problemas sin resolver empezamos a comunicar juzgando, interrumpiendo o no escuchando, entrando en un bucle negativo, en el que no cuido el contenido, ni las formas. Todo esto hace de esos detalles con “poca importancia” se conviertan en grandes conflictos, acumulando tensión, repitiendo las discusiones y no solucionando los problemas de fondo de la relación de pareja.

Aunque creamos que nuestra forma de pensar es la correcta y verdadera, una misma realidad puede interpretarse desde múltiples puntos de vista. Por lo que se debe comprender y aceptar lo que piense la otra persona. Debemos potenciar aquellos pensamientos que nos generen mayor bienestar y nos acerquen al acuerdo.

Para poder gestionar los conflictos es necesario respetar las diferencias, ser flexibles y admitir que nuestra pareja o expareja puede ver las cosas de manera diferente. Reconocer nuestra contribución al problema y plantearnos qué aspectos debemos cambiar y mejorar, es necesario para poder llegar a una solución consensuada, clara y estable, que beneficie y tenga en cuenta a ambas partes.

Durante toda nuestra vida vamos a tener conflictos, algunos difíciles de solucionar, y que van acompañados de malestar, preocupación y ansiedad. Sin embargo, debemos ser responsables y afrontarlos de la manera adecuada, para madurar y conseguir una vida satisfactoria.

Para ello, es necesario reconocer lo que sentimos, especialmente en momentos de tensión con mi pareja (rabia, enfado, tristeza, vergüenza, orgullo, impotencia, decepción, frustración, etc.), y así poder gestionar nuestras emociones, con autocontrol, y expresar lo que sentimos de manera sana.

Con esto conseguiremos detener el enfado o la ira antes de perder el control. Para ello, tienes que aprender a detectar las "señales de alarma", que eviten situaciones de gritos, insultos, humillaciones, amenazas, burlas, control del teléfono, de redes sociales o amistades, tirar objetos en momento de rabia e ira, dar golpes a la pared en las discusiones, etc. y así poder buscar y encontrar alternativas para responder de una manera en la que no hagas daño y dejes secuelas a la otra persona y a ti mismo.

Puedes cambiar tu conducta en una dirección positiva, pero después tienes que seguir trabajando por mantener ese cambio, superar las dificultades y mantener en la relación el respeto, la negociación, la aceptación de las diferencias y las responsabilidades compartidas.

 

Es necesario conocer que las experiencias vitales en nuestra infancia nos marcan. Ser testigos de situaciones de conflicto y violencia en casa tiene graves consecuencias, puede generar estrés postraumático, problemas físicos, ansiedad, depresión, baja autoestima, problemas de socialización, conducta agresiva, dificultades en la escuela, retraso del lenguaje, consumo de sustancias, etc.

Por ello, es de suma importancia que el hogar que creemos para nuestros hijos e hijas sea un espacio de seguridad. Es necesario mantener una parentalidad positiva, donde nuestros/as hijos e hijas se sientan protegidos/as y bien tratados/as, conociendo, comprendiendo y respondiendo a sus necesidades. Tu labor como padre no solo consiste en cubrir sus necesidades básicas (alimentación, atención sanitaria, educación…), sino también ofrecerles seguridad, cariño y aceptación, sea cual sea la situación en la que se encuentren.

En relaciones con un alto número de conflictos, no tenemos la capacidad de generar el espacio de seguridad y tranquilidad que nuestros hijos e hijas necesitan. Tenemos la creencia de que mantener la relación de pareja es lo mejor para ellos y ellas, pero esto sólo es así si la relación es de buen trato.

Por ello, se den las circunstancias que se den, con o sin pareja, lo importante para un buen desarrollo de nuestros hijos e hijas es asegurar que les proporcionamos un espacio de estabilidad, afecto, diálogo, pautas y límites claros, donde se sientan reconocidos. ¿Estás proporcionando a tus hijos o hijas ese espacio?, ¿el tipo de relación con tu pareja o expareja genera ese espacio de seguridad, tranquilidad y desarrollo positivo para tus hijos o hijas?.

“Siento que mi relación de pareja hay cosas que no funcionan, que cada vez estoy peor con ella. Tenemos más discusiones, cada vez más fuertes y no conseguimos llegar a acuerdos ni soluciones. Y esta situación la llevamos arrastrando ya varios meses”.

“Me siento triste, frustrado y agobiado en mi relación. Creo que he intentado cambiar cosas, que han funcionado un tiempo, pero después volvemos a estar mal. No tenemos una buena comunicación, ni confianza ni comprendo a mi pareja. Siento mucha tensión y carga y estoy cansado y sobrepasado al discutir. Me cuesta controlarme, falto el respeto a mi pareja, y aunque luego me arrepiento, sé que sufre y le hago daño”.

“No quiero estar en una relación donde no sea feliz y no me cubra mis necesidades. Por eso, creo que es el momento de buscar ayuda para cambiar mis actitudes y comportamientos que hacen sufrir a mi pareja, hijos/as y a mí mismo y acabar con esta situación”

“Llevo tiempo que no estoy bien en mi relación, no consigo ser feliz y mi pareja tampoco. Acumulo mucha carga y tensión por cómo estamos en pareja, por como es el día a día. El otro día volvimos a tener una discusión por un tema por el que nos hemos enfadado varias veces y o sabemos solucionar. Fue una situación muy tensa en la que reaccioné mal, perdí los papeles, incluso puede que mi pareja sintiera miedo por mi reacción.

Después de esto, he llegado a una situación límite y creo que es el momento de buscar ayuda, porque no quiero volver a sentirme así, que vuelva a pasar y reaccionar de esta manera que hago daño a las personas que quiero y a mí mismo”

Aprendiendo estrategias y habilidades puedes conseguir un cambio que favorezca la creación de relaciones de parejas sanas, respetuosas, positivas y libres de violencia.

 

Es preciso reflexionar sobre lo que necesitas y tomar conciencia de qué aspectos puedes y debes mejorar y cambiar para construir una relación de pareja sana. Darte cuenta y comprender la importancia de establecer este tipo de relaciones, no por temor a una denuncia, por evitar problemas o para no estar solo, sino porque realmente te benéfica a ti, a tu pareja y a las personas que te rodean. Al hacerlo, podrás tener una vida más placentera y satisfactoria, asumiendo la responsabilidad de lo que pasa en tu vida, los cambios que necesitas hacer, las conductas que puedes mejorar y las consecuencias positivas que estos cambios podrían suponer en tu vida podrás llegar a alcanzar una relación de pareja de bienestar y buen trato.

Para estar bien en pareja, primero debes estar bien contigo mismo, en REPARA podemos ayudarte a ello.

Si te lo propones puedes tener relaciones saludables, basadas en el respeto, en la libertad de la otra persona, el cariño, la confianza, la intimidad, el apoyo, la comunicación, etc. donde las dos personas os sintáis aceptadas, valoradas, entendidas y comprendidas por la otra. ¿Estás dispuesto a conseguir este objetivo? Seguro que sí.

“Quiero tener una relación de pareja donde estemos felices, seguramente habrá algunos problemas, pero quiero que los solucionemos juntos. Llevarnos bien y que nos apoyemos. Quiero estar tranquilo y demostrar a la otra persona todo lo que me importa, con hechos y palabras. Sé que he cometido errores y quiero cambiar cosas para que sean diferentes, poner todo de mi parte”

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