La Plaza Redonda constituye un singular espacio de gran valor histórico y arquitectónico, no sólo por sus características económicas, físicas y formales, sino también por su condición de enclave urbano situado en el centro geométrico de una deseada nueva y moderna ciudad y por las circunstancias que acompañaron su lenta y, en ocasiones, problemática construcción.
Transcurridos más de 150 años desde que se iniciara su ejecución, y a pesar del deterioro evidente y de la pérdida de gran parte de su dinamismo comercial y de su simbología original, la Plaza Redonda sigue siendo hoy un solitario ejemplo de espacio urbano circular, uniforme, cerrado y encajado en la irregular trama del centro histórico de la ciudad de Valencia que ilustra magistralmente la fortuna de construir con el apoyo de normas y ordenanzas previamente dibujadas.