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Proyectos - València

PROYECTOS URBANOS

JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES

PROYECTO

El mayor condicionante en el momento de seleccionar una tipología de jardín para este lugar fue la colindancia con el singular espacio constituido por el Jardín Botánico con una larga historia a sus espaldas, ya que está a punto de cumplir 200 años.

 Boceto del Jardín de las Hespérides

Por eso, la idea de reunir en este jardín una colección de cítricos, un género que aúna nuestra propia tradición jardinera, la agrícola indiscutible en esta tierra, y la botánica por su carácter de colección, pretende ofrecer una mano tendida, o cuanto menos, hacer una inclinación de cortesía hacia la presencia del Jardín Botánico con su magnífica colección de plantas, de la que, quizás en un tiempo no muy lejano, la colección de cítricos tenga suficientes méritos para entrar a formar parte.

Este proceso que ha sido positivo por muchos conceptos ha dejado atrás, sin embargo, un tipo de jardín que fue idóneo para las condiciones de clima y suelo que aquí se dan y que se puede identificar con esta ciudad; que nos habla de la pérdida que hemos sufrido al olvidarnos de aquellos jardines en los que nunca faltaban los limoneros, naranjos y cidros, el mirto y el jazmín, plantas aromáticas heredadas de los jardines árabes, y la palmera, que destacaba en altura como árbol majestuoso y siempre, el ciprés.

Aún así, hay constancia de que en el Jardín Botánico de Valencia había gran cantidad de cítricos que, por las condiciones favorables antes mencionadas, no hacía más que aumentar en diversidad. En los inventarios botánicos del centro, se cuentan en 1803, quinientos cincuenta y tres naranjos traídos de Carcaxente para el Botánico, y se tiene, entre los documentos aparecidos en sus archivos, un listado de finales del S. XIX en el que se enumeran veintitrés variedades diferentes de cítricos con su esquema de plantación.

Quizás sea esa sensación de pérdida la que nos ha impulsado a intentar recuperar, no los jardines de antes, que pertenecen a su tiempo, sino nuestra particular interpretación actual, que nos permita poder revivir el mundo de los aromas, murmullos y riqueza de los sentidos, tratado con tanto esmero en aquellos jardines valencianos y que nos resistimos perder.

 Dibujo del Jardín de las Hespérides

El jardín linda con el vallado del Botánico, apropiándose de un tramo de la calle Gaspar Bono que pasa así a ser parte del propio jardín. Dos accesos de gran tamaño se emplazan en dicho encuentro con la calle, entradas principales cuyas puertas metálicas recogen frases descriptivas del mito de las Hespérides. Otros dos accesos con puertas de hormigón armado, emplazados en el Paseo de la Petxina y frente a la iglesia de los Jesuitas, mantienen la continuidad del cercado perimetral, materializándose con el mismo tratamiento que aquél.

La estructura geométrica del jardín es muy estricta, de modo que siempre sugiera la racionalidad de un espacio de colección vegetal, puesto que el trazado quedará en el futuro difuminado por la propia vegetación, aportando ésta la componente más próxima al mundo de las sensaciones. De este modo los componentes formales del jardín se disponen en una trama ortogonal. En el lado de poniente, tres terrazas longitudinales decrecientes en altura hacia el interior del jardín. En el lado del sur una pérgola que acompaña el acceso, deslizándose lateralmente sobre el mismo y permitiendo una visión global previa a introducirse en él. En el lado de levante se lazan los muros de ciprés recortado, a modo de secuencias visuales según se avanza desde la calle Gaspar Bono o en una visión total, teatral diríamos, sobre el cierre del Botánico coronado por el magnífico perfil de las copas de su frondoso arbolado.

El espacio central del jardín se configura como una explanada desde la cual el espectador puede asistir al espectáculo de las diferentes imágenes mencionadas o contemplar los episodios del referente argumental antes indicado: el árbol de los frutos de oro, las esculturas de las ninfas y su metamorfosis en árboles, la escultura del héroe o el fantástico dragón, también metamorfoseado en serpiente.

El agua es otro de los componentes fundamentales de la historia de los jardines. En este jardín se representa en varios episodios que sorprenden al viandante. Una fuente mana en el punto más alto del jardín, escondida entre los agrios. Su forma es laberíntica sugiriendo misterio. El agua brota del suelo y se desliza por canalillos que recorren las terrazas de agrios, sumergiéndose en su tramo final y discurriendo enterrada bajo la explanada, vuelve a emerger en el estanque donde se reflejan las ninfas metamorfoseadas en árboles. Por último otro estanque, éste más recóndito, mantiene el agua en quietud, rodeado de muros y cipreses. En él la diosa protectora de los jardines se asoma y constituye un lugar de especial calma.

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